martes, 29 de marzo de 2011

Waterloo Bridge

GIFSoup Un año después de que Vivien Leigh alcanzara la fama interpretando a la bella y fría Escarlata O’Hara en la insuperable –para mí – Lo que el viento se llevó, Vivien estrenaba una película en la que interpretaba un personaje totalmente opuesto a Escarlata, la dulce Myra, y de nuevo su belleza y su interpretación dejaba a los espectadores con la boca abierta. Es posible que El puente de Waterloo no sea tan conocida ni tan “espectacular” como Lo que el viento se llevó pero su historia la iguala en belleza y el trabajo de Vivien Leigh es igualmente implacable. Considerada por su protagonista como su película favorita, Waterloo Bridge narra, a modo de flashback, una historia de amor en momentos de guerra – I Guerra Mundial-. La joven bailarina Myra y el joven soldado Roy Cronin caen atrapados en las redes del amor. Sin embargo, las circunstancias obligan al joven Roy a marchar al campo de batalla. Considerado falsamente muerto, Myra se verá obligada a sobrevivir recurriendo a la profesión más baja para una mujer. La situación empeorará para la joven protagonista cuando ve regresar a Roy, en ese momento ella deberá decidir confesar y soportar el rechazo de su amado o callar y ser feliz. Rodada en blanco y negro, la cinta transmite de principio a final un halo trágico premonitorio del trágico final, haciendo ver al espectador que no va a ver un final feliz pero sí que va a ver una historia dura aunque conmovedora y bella. Una historia narrada de manera simple y emotiva, al que le acompaña una bella banda sonora donde destaca la pieza de El lago de los cisnes de Tchaikovsky. Obviamente, la historia de Waterloo Bridge es fruto del contexto en que surge. Durante los años 40 la II Guerra Mundial era un hecho y una historia sobre el amor situado en un contexto bélico venía como anillo al dedo. Sin embargo, al contrario de lo que se puede pensar, el protagonismo no recae en el joven solado que se aleja de la amada para ir al frente, sino que recae en la amada que espera pacientemente la llegada del joven solado y que durante su espera se ve obligada a sobrevivir aún recurriendo a la prostitución. Es curioso, que aunque a lo largo del film se intuye que la protagonista se vende a los solados recién llegado de la guerra, en ningún momento se menciona la palabra “prostitución” o “prostituta”, sin duda, otro elemento propio de la época.


Igualmente debemos recordar que en estos momentos la calidad de las películas no recaía en los efectos visuales tal y como ocurre hoy día –hay que reconocer que si películas como Avatar son consideradas buenas es porque los efectos casi superan al guión, distrayendo a los espectadores con los colores para que no se fijen en la penosa historia de la película- ni en una dirección atrevida con planos imposibles, sino en la calidad del guión y en el trabajo de los intérpretes. En “El puente de Waterloo” ambas sobresalen, la historia es dura pero bella y de gran simplicidad, muy emocional y las interpretaciones tanto de Robert Taylor como de Vivien Leigh son magníficas, entre ambos hay bastante química y hacen su historia de amor más real.

Retomando lo dicho, es posible que El puente de Waterloo no sea una película tan recordada ni tan mencionada como Lo que el viento se llevó o Casablanca, pero bien merece un reconocimiento pues, para mí, ésta supuso una consolidación de Vivien como actriz demostrando que su carrera no sería una carrera de un único papel, y porque supone una demostración de que las grandes historias no necesitan de grandes medios para ser contadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario