sábado, 16 de abril de 2011

Vivien Leigh

Vivien Leigh-a dream gone with the wind...

Warren Beatty


En "La primavera romana de la Sra. Stone" (The Roman Spring of Mrs. Stone - 1961), Warren Beatty comparte con Vivien Leight, la viuda Karen Stone, rica y hermosa, papel estelar.


Para ella, sus éxitos como actriz son ya sólo un recuerdo. Vive sola en Roma, retirada de toda actividad artística, en un lujoso apartamento con vistas a las ruinas romanas, y se consuela de su soledad en los brazos de jóvenes gigolós...



Pasó con más pena que gloria esta maravillosa película en el momento de su estreno, pero el tiempo termina por poner las cosas en su sitio. No se deje guiar por la nota tan pobre que ha obtenido en las votaciones de los usuarios (Un 6,5). Si le gustan las adaptaciones que de obras de Tennessee Williams se han hecho en el cine (La gata sobre el tejado de zinc, La noche de la iguana, De repente el último verano, etc...) o si por el contrario no ha visto ninguna, queda totalmente recomendada. Por alguna hay que empezar.Tennessee Williams no pasaba por su mejor momento cuando escribió su única novela, "La primavera romana de la señora Stone". Este monstruo creador de monstruos había obtenido grandes éxitos en los años 50 gracias a adaptaciones de sus obras de teatro para el cine (La ya mencionada "gata sobre el tejado" o "Un tranvía llamado deseo"). En los 60, ya en declive, Williams escribe obras menores y abrumado por las malas críticas comienza a consumir calmantes y drogas. Su amante, Frank Merlo, moriría de cáncer en 1963. Veinte años más tarde, un Tennessee Williams viejo, solo y enfermo corre la misma suerte en una habitación de hotel, ahogado con la tapadera de un bote de pastillas. Triste final para una triste existencia.Por otro lado tenemos a Vivien Leigh (impecable en su papel de la actriz que se niega a envejecer y a perder el amor y el deseo) y a un joven Warren Beatty encarnando a un gigoló romano. Parece ser que Beatty consiguió su papel haciendo un viaje relámpago para ver a Tennessee Williams (que se encontraba de vacaciones y que era quien decidiría quién encarnaría al personaje). Durante el trayecto leyó un manual de italiano y doró su piel con una crema autobronceadora. En el hotel envió un vaso de leche a la mesa de Williams (corría el rumor de que el escritor tenía una úlcera a causa de las últimas críticas) con el mensaje "Estoy a su disposición. Paolo". Williams, divertido, le hizo la prueba y le dio el papel.Se dice que durante el rodaje Vivien Leigh no dirigió la palabra a Jill St John, actriz mucho más joven que ella tanto en la realidad como en la ficción. Leigh sabía que había llegado al ocaso de su carrera (de hecho la tuberculosis se la llevaría tan sólo seis años más tarde) y es eso lo que hace que su composición del personaje sea tan creíble. Vivien Leigh tenía miedo a todo lo que había dejado atrás. Beatty en cambio tenía miedo de todo lo que estaba por venir. En cuanto a Tennessee Williams, qué decir de sus miedos. Su obra es la obra del miedo y del fracaso, de la pasión y de la represión, de los vicios, de los excesos y de sus consecuencias.

DIRECTOR José Quintero GUIÓN Gavin Lambert, Jan Read (Novela: Tennessee Williams) MÚSICA Richard Addinsell FOTOGRAFÍA Harry Waxman REPARTO Vivien Leigh, Warren Beatty, Lotte Lenya, Jill St. John, Coral Browne, Jeremy Spenser, Stella Bonheur, Josephine Brown, Peter Dyneley PRODUCTORA Warner Bros. Pictures / Seven Arts Pictures PREMIOS 1961: Nominada al Oscar: Mejor actriz de reparto (Lotte Lenya)

viernes, 8 de abril de 2011

A Dios pongo por testigo



¿Por qué merecen esas palabras una entrada propia al blog?

1.- Por tratarse del momento en el que la protagonista lanza esa mítica frase: "A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!"


2.- Por la maravillosa fotografía de Ernest Haller y Ray Rennahan


3.- Por la inolvidable figura de Vivian Leigh en lo alto de la loma, puño en alto y envuelta por un atardecer rojizo que sirve de marco perfecto para una silueta mil veces vista y mil veces utilizada


4.- Por ser una escena con una fuerza inusual, siempre recordada, muchas veces imitada, eterno icono del cine.


miércoles, 6 de abril de 2011

Francamente, querida, me importa un bledo

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Cuya versión original en inglés es: "Frankly, my dear, I don't give a damn") es una de las frases más famosas del cine y fue popularizada en la exitosa película de 1939 Lo que el viento se llevó protagonizada por Clark Gable y Vivien Leigh.


La frase en cuestión fue dicha por Gable, interpretando a Rhett Butler, en lo que fueron sus últimas palabras a Scarlett O’Hara. Ocurre cerca del final de la película, cuando Scarlett le pregunta a Rhett "¿A dónde iré? ¿Qué haré?" cuando él la abandona. Él le responde la famosa frase antes de cerrar la puerta (en la versión original en inglés: «Frankly, my dear, I don't give a damn»). La línea no sólo se volvió famosa porque contenía una mala palabra para esa época (damn, lit. «maldición»), sino porque en la trama de la película demostraba que Rhett había renunciado a la codiciosa Scarlett y ya no le importaba lo que le pasara a ella.

Incorporada a la cultura popular anglosajona y, particularmente, estadounidense, la frase ha sido citada muchas veces, a veces incorrectamente; por ejemplo: «Francamente, Scarlett, me importa un bledo» («Frankly, Scarlett, I don't give a damn»). A menudo, informalmente, se asegura que la frase es el último parlamento de la película, cuando en realidad es «¡Después de todo, mañana es otro día!» («After all, tomorrow is another day!»), dicho por Scarlett.

En la novela homónima en que se basa la película, Rhett no dice «francamente», sino simplemente, «Querida mía, me importa un bledo». El contexto también es diferente; está hablando a Scarlett en voz baja dentro de una habitación y no saliendo dramáticamente de la casa.

La cita fue votada como la mejor frase cinematográfica por el AFI (American Film Institute) en el año 2005. El comentario que hace Vito Corleone en la película El Padrino, «Le haré una oferta que no podrá rechazar» («I'm going to make him an offer he can't refuse») acabó en el segundo puesto.


Antes de la salida de la película, los censores objetaron el uso de la palabra «damn» en la película, pues se trataba de una palabra prohibida por el Código de producción. Aunque persiste la leyenda de que la Hays Office cobró al productor David O. Selznick $5,000 por usar la palabra damn, de hecho la Asociación de películas de los Estados Unidos (Motion Picture Association of America) hizo una enmienda en el Código de producción el 1 de noviembre de 1939, que impedía el uso de las palabras hell (infierno) y damn (bledo, aunque literalmente damn significa maldición) excepto cuando su uso «fuere esencial y requerido para recrear, en el apropiado contexto histórico, cualquier escena o diálogo basado en hechos históricos o del folclor [...] o una cita de una obra literaria, a menos que el uso fuere intrínsecamente objetable u ofendiere el buen gusto». Con esta enmienda, la Administración del Código de producción ya no tuvo ninguna objeción que hacer a la línea final de Rhett.


En el doblaje español de la película, se dice una frase más suave que la original: "Francamente, querida, eso no me importa".


lunes, 4 de abril de 2011

Deje de menearse, señorita Escarlata

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Joven heredera sureña, Escarlata O'Hara es uno de los personajes creados por la autora estadounidense Margaret Mitchell para protagonizar su best-seller, Lo que el viento se llevó, obra publicada en 1936. En 1991 se publicó una segunda parte obra de la escritora Alexandra Ripley llamada Scarlett.Escarlata O'Hara es joven y hermosa, disfrutando de su posición en los años previos a la guerra de secesión americana con varios pretendientes a sus pies. Enamorada de Ashley Wilkes, quien está casado con su prima, Escarlata acaba casándose con Rhet Butler.Escarlata es una mujer decidida y de gran fuerza, algo que acaba por demostrar a medida que las desgracias se ceban sobre ella y su familia, la guerra, el hambre y el desamor son una constante en su vida, pero son desgracias sobre las que acaba por imponerse a pura fuerza de voluntad.


Y es que, durante más de un año, el departamento de publicidad de Selzinck International no tenía claro lo que buscaba y eso hacía que el papel protagonista fuera todavía más codiciado. Actrices de todo el país hicieron la prueba sin éxito. Hubo quien, como Katherine Hepburn, deseó encarnar a la mítica Escarlata O'Hara, pero se quedó con las ganas. No fue la única. Al final fue Vivien Leigh quien conquistó el corazón de Rhett Butler (Clark Gable) en la oscarizada película. 70 años después, su interpretación sigue siendo inolvidable. Seguro que Bette Davis, que rechazó el papel, se arrepintió más de una vez.No podía haber película sin estrella y todas querían serlo. Eso es lo que cuenta 'Se las llevó el viento' (Notorious Ediciones). Setenta años después del estreno del film, Elisa Agulló tenía claro que era el mejor momento para hablar de la que para ella es 'La Película': "Quería contar la parte más desconocida de la que es el mejor representante del cine de Hollywood de la época"."Es una parte que no se ha tocado mucho, aunque aparece en todas las bibliografías. Poco a poco fui encontrando detalles, aunque fue un poco complicado documentarse, porque gran parte de las personas que trabajaron en la producción de la película ya no están con nosotros". Así que su fuente principal fueron los libros, periódicos y revistas de la época.TODAS QUISIERON SER ESCARLATA O'HARALo que la escritora Elisa Agulló tiene claro es que "nadie habría interpretado tan bien a Escarlata como lo hizo Vivien Leigh".Paulette Goddard se quedó a punto de encarnar a Escarlata, pero "su ilegítima relación con Charles Chaplin hizo que se la considerada inadecuada para el papel", dice Agulló.Katherine Hepburn forzó sin éxito a la RKO a ofrecer 55.000 dólares para interpretar a la estrella de la película.Joan Crawford casi convence a la MGM de que si querían a Clark Gable, ella tenía que ser Escarlata. "Era la ambición en persona".Bette Davis rechazó que la Warner comprase los derechos de la novela para ser interpretada por ella y Errol Flynn.Por aquel entonces, Lana Turner y Susan Hayward eran desconocidas y muy jóvenes. "Probaron suerte, pero no la tuvieron".


Lo demás, es historia...


sábado, 2 de abril de 2011

Clark Gable


GIFSoup William Clark Gable nació el 1 de febrero de 1901 en Cadiz, Ohio (Estados Unidos). Era el hijo único de Adeline Hershelman y del granjero y trabajador de una refinería de petróleo William H. Gable. Adeline falleció cuando Clark solamente tenía siete meses de edad. Poco después su padre contrajo matrimonio con Jennie Dunlap, una mujer a la que Gable siempre adoró. Tras el enlace la familia Gable se trasladó a vivir a la localidad de Hopedale. A Clark no le gustaba demasiado la disciplina académica, así que abandonó sus estudios cuando estaba en el instituto para intentar ganarse la vida trabajando en una fábrica de neumáticos ubicada en Akron, Ohio. En los descansos del trabajo le gustaba pasar el tiempo contemplando obras de teatro. Tanto le agradó el mundo de las bambalinas que decidió unirse a una compañía de aficionados. En su juventud Gable compaginó sus diversos oficios con las representaciones escénicas hasta que logró debutar en Broadway, convirtiéndose en un actor profesional gracias a la mediación de la actriz y directora de teatro Josephine Dillon, mujer mucho mayor que Gable con la que se casó en el año 1924. Su talento natural como intérprete y las recomendaciones de Dillon le hicieron debutar a mediados de los años 20 en pequeños papeles cinematográficos, apareciendo en películas como "Forbidden Paradise" (1924) o "La Viuda Alegre" (1925), esta última dirigida por Erich Von Stroheim. Estas primeras participaciones en la gran pantalla fueron en papeles que no lograron satisfacer su ambición como actor, provocando su regreso a las tablas de Broadway.

Directo al corazón

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Jamás una película ha llegado tantísimo al corazón como “Lo que el viento se llevó”. Este magistral filme pone de manifiesto una gran argumento combinado con una estupenda fotografía, una maravillosa banda sonora y un retrato del sur pre y pos-secesión que alcanza las cotas de un documental. Jamás una película ha presentado un perfil psicológico de sus personajes tan elaborado. Es indiscutible que al acabar de ver la película, todos sabríamos decir cómo son Scarlett y Rhett, que harían ante determinada situación o como contestarían probablemente a algún comentario.Lo que el viento se llevó es un filme completo, sin más rodeos. Acción, amor, intriga, historia y humor se mezclan en esta gran obra maestra.

Cualquier amante de esta producción cinematográfica es incapaz de terminar de verla sin reír con los agudos comentarios de Butler, admirar a la tenaz Scarlett durante los tiempos difíciles, emocionarse con la dulce Melly o decepcionarse con el trágico final que el destino depara a los protagonistas. Escenas tan inolvidables como la huida a través de la incendiada Atlanta, Scarlett caminando entre los heridos de la estación bajo la derrotada bandera confederada y, por supuesto, Scarlett jurando que jamás volverían a hundirla ponen la carne de gallina.

Sin duda, es una de las mejores inversiones que se han hecho en la historia del cine. Alguien dijo una vez que una película sobre la guerra civil americana nunca daría un centavo. Pues bien, no sólo lo ha dado, sino que también ha dado lugar a todo un icono del séptimo arte. David O. Selznick, Victor Fleming y Margaret Mitchell pudieron descansar sabiendo que sus esfuerzos y aspiraciones habían logrado un resultado mítico.

Charleston

GIFSoup La tierra de Escarlata O’Hara
Mañana será otro día», decía la señorita Escarlata O'Hara mirando al vacío, o quizás no era el vacío lo que sus ojos buscaban, sino una salida entre las espléndidas casas sureñas de antes de la guerra civil norteamericana, «escondidas entre las barbas de musgo español que cuelgan de los robles centenarios».

La célebre frase que Margaret Mitchell puso en los labios de la heroína de Lo que el viento se llevó marcó época, y la película dio a conocer al mundo una ciudad encantadora, Charleston. La ciudad conserva influencia española y francesa, pero sobre todo ostenta en su aspecto el sello de origen inglés. Como de lo más inglés es su nombre, que lo recibió en honor del rey Carlos II de Inglaterra.

Charleston fue testigo de la esclavitud en el sur de Estados Unidos. Y una de sus destartaladas callejuelas tan llenas de vida, el Cabbage Row -donde se encontraban las cabañas de los esclavos-, inspiró a George Gerswhin su opera Porgy and Bess, allá hacia el año 1934.

Los ríos Ashely y Cooper convierten a Charleston en una península cerrada sobre su intimidad, que guarda celosamente su tradicional y seductora arquitectura, pero que también ha sabido adaptarse a los tiempos que corren.

Cuenta con algunos de los restaurantes más vanguardistas de Estados Unidos, con un jazz que le hace la competencia a Nueva Orleáns y con un único y mundialmente famoso festival, Spoleto, que se celebra anualmente cada primavera.

Spoleto llena el paseo del Battery de gentes llegadas de todos los rincones del mundo, galvanizadas por la atracción de esas maravillosas «casas de película» que bordean el río, y que siguen siendo el enclave ideal para nuevos rodajes de películas, como El patriota, La montaña de nieve o aquella serie de éxito que fue Norte y Sur, basada en la Guerra de Secesión. Charleston jugó un papel primordial en esa guerra.

De hecho, las diferencias entre Norte y Sur se definieron cuando estalló la demanda de separación en el año 1828 y las banderas del puerto de Charleston se pusieron a media asta en señal de luto por el país quebrado.

Tampoco hay que olvidar que el rítmico baile del charleston nació, en 1903, en la ciudad que lleva su nombre, y que en sus orígenes fue una danza folclórica de raíces africanas. Su base musical la ponían los instrumentos de viento; el trombón y el clarinete en especial. Era un baile despreocupado, desinhibido, muy vital, que se marcaba en cuatro tiempos. Causó furor, ya que, más que un baile, era toda una filosofía de vida, basada en la frivolidad, el ritmo y las ganas de vivir. Europa cayó ante sus seductoras notas y, a partir del año 1926, fue el baile de moda en los salones y salas de fiestas europeas.

Quedan piezas inolvidables de aquellos tiempos, como Orly's creole trombone, de Louis Armstrong, o la maravillosa Charleston South Caroline, de James P. Johnson. Aunque fue Josephine Baker quien inmortalizó el charleston y lo hizo internacional.


Tara

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Georgia (Estados Unidos), año 1861. En una finca sureña llamada Tara reside Scarlett O’Hara (Vivien Leigh), una bella y caprichosa muchacha enamorada de Ashley Wilkes (Leslie Howard), quien está a punto de contraer matrimonio con su prima Melanie Hamilton (Olivia de Haviland). Caprichosamente, Scarlett se casa con Charles (Rand Brooks), el hermano de Melanie.Con el contexto de la guerra civil entre el norte y el sur y tras quedar viuda de Charles, Scarlett comenzará una relación con un aventurero llamado Rhett Butler (Clark Gable), a quien había visto por primera vez en la hacienda de Twelve Oaks.

Epopeya sureña que abarca desde la pre-guerra civil americana hasta los difíciles tiempos de la posguerra y que adapta la conocida novela del mismo título escrita por Margaret Mitchell.

Partiendo de una idea del megalómano productor David O'Selznick, la película fue firmado por Victor Fleming, pero en su narración participaron gente como Sam Wood o George Cukor. Con el guión pasó un poco de lo mismo. El nombre que aparece en los créditos es el de Sidney Howard, pero contribuyeron también personajes de tanto talento como Val Lewton, Scott Fitzgerald o Ben Hetch.

Esta superproducción que básicamente narra una intensa historia de amor desgajada en espinosos ramajes, es un ejemplo extraordinario de como el sistema de estudios puede conseguir una obra magistral e imperecedera.

A pesar de su extenso metraje, la película aguanta constantemente el ritmo, manejado con admirable equilibrio y gran pulso por Fleming y Selznick. Las descripciones de los personajes son enormes, en especial, el interpretado por Vivien Leigh, Escarlata O'Hara, uno de los personajes femeninos más importantes y ricos de toda la historia del cine. Las actuaciones son perfectas y rutilantes, en especial la citada Leigh y un incomensurable Gable creando un personaje lleno de recovecos, cínico e irónico, pero también solitario y mohíno.

Visualmente esta película es espléndida, ayudada por un diseño de producción de William Cameron Menzies antológico, y la música de Max Steiner sirve para aportar aún mayor grandiosidad a la leyenda. Aunque bastante maniqueo, el film aborda temas impregnados de las peculiariades y valores del territorio sureño estadounidense: el honor, el orgullo, la familia, la tierra y la propiedad, sin eludir el tema de la esclavitud.

"Lo Que El Viento Se Llevó" siempre permanecerá con un valor incólume en el cinéfilo, atrapado en escenas o frases que se quedan incrustadas en un subconsciente que sabe que nunca más volverá a realizarse película de esta magnitud.