sábado, 2 de abril de 2011

Charleston

GIFSoup La tierra de Escarlata O’Hara
Mañana será otro día», decía la señorita Escarlata O'Hara mirando al vacío, o quizás no era el vacío lo que sus ojos buscaban, sino una salida entre las espléndidas casas sureñas de antes de la guerra civil norteamericana, «escondidas entre las barbas de musgo español que cuelgan de los robles centenarios».

La célebre frase que Margaret Mitchell puso en los labios de la heroína de Lo que el viento se llevó marcó época, y la película dio a conocer al mundo una ciudad encantadora, Charleston. La ciudad conserva influencia española y francesa, pero sobre todo ostenta en su aspecto el sello de origen inglés. Como de lo más inglés es su nombre, que lo recibió en honor del rey Carlos II de Inglaterra.

Charleston fue testigo de la esclavitud en el sur de Estados Unidos. Y una de sus destartaladas callejuelas tan llenas de vida, el Cabbage Row -donde se encontraban las cabañas de los esclavos-, inspiró a George Gerswhin su opera Porgy and Bess, allá hacia el año 1934.

Los ríos Ashely y Cooper convierten a Charleston en una península cerrada sobre su intimidad, que guarda celosamente su tradicional y seductora arquitectura, pero que también ha sabido adaptarse a los tiempos que corren.

Cuenta con algunos de los restaurantes más vanguardistas de Estados Unidos, con un jazz que le hace la competencia a Nueva Orleáns y con un único y mundialmente famoso festival, Spoleto, que se celebra anualmente cada primavera.

Spoleto llena el paseo del Battery de gentes llegadas de todos los rincones del mundo, galvanizadas por la atracción de esas maravillosas «casas de película» que bordean el río, y que siguen siendo el enclave ideal para nuevos rodajes de películas, como El patriota, La montaña de nieve o aquella serie de éxito que fue Norte y Sur, basada en la Guerra de Secesión. Charleston jugó un papel primordial en esa guerra.

De hecho, las diferencias entre Norte y Sur se definieron cuando estalló la demanda de separación en el año 1828 y las banderas del puerto de Charleston se pusieron a media asta en señal de luto por el país quebrado.

Tampoco hay que olvidar que el rítmico baile del charleston nació, en 1903, en la ciudad que lleva su nombre, y que en sus orígenes fue una danza folclórica de raíces africanas. Su base musical la ponían los instrumentos de viento; el trombón y el clarinete en especial. Era un baile despreocupado, desinhibido, muy vital, que se marcaba en cuatro tiempos. Causó furor, ya que, más que un baile, era toda una filosofía de vida, basada en la frivolidad, el ritmo y las ganas de vivir. Europa cayó ante sus seductoras notas y, a partir del año 1926, fue el baile de moda en los salones y salas de fiestas europeas.

Quedan piezas inolvidables de aquellos tiempos, como Orly's creole trombone, de Louis Armstrong, o la maravillosa Charleston South Caroline, de James P. Johnson. Aunque fue Josephine Baker quien inmortalizó el charleston y lo hizo internacional.


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